sábado, marzo 14, 2009

Tarde brava – Cosa

La pava ya tenía el agua calentita, afuera estaba gris y hacía un poco de frío. Algunas hojas secas se revolcaban por el piso e iban llegando a la bocacalle como los ríos (tarde o temprano) llegan al mar. Por la ventana nada nuevo pasaba ni se mostraba. La misma calle de tierra aburrida donde algunas hojas estivales, secas del dolor de la sequía, ni siquiera tenían energía para dejarse llevar por el viento quedándose allí, estoicas y silenciosas sin moverse ni un átimo. Tomó la pava por la manija con un guante especial que protegía a su piel de quemarse. Quemarse no es una buena idea, recordó mirando su mano ardiendo y doliendo, expeliendo olor a deliciosa carne cocida que le abría el apetito y a la vez le revolvía el estómago por saber que esa carne que se olía era la misma que se quemaba y a su vez, también, la que lo sostenía y movía por donde quisiera ir. Los recuerdos no son ni buenos ni malos, algunos duelen mucho otros no tanto, otros… si quiera duelen. Los recuerdos no son ni buenos ni malos, simplemente son. Todos vienen acompañados de una reflexión silenciosa la cual quedamos haciendo mirando el vacío.
No hay nada más hermoso que el silencio, y a su vez nada tan insoportable, por eso es que carraspeó un par de veces inconcientemente. Echó un chorro de agua caliente (made in pava) dentro de la calabaza ahuecada y rellena con yerba mate y ahora también agua. Le dio una chupada larga y despreocupada a la bombilla, el momento de reflexión había quedado atrás, ahora se encontraba en el mejor momento de todos, en el replanteo de las cosas, en los modos y en las maneras de actuar, de dar, de recibir, en su propio modo, en sus lados positivos, en los negativos, en la forma de ver, de hacer, de entender, de creer. Pensaba en sí mismo como si fuera una rata de laboratorio encerrada en una jaula bajo la estricta supervisión de siete científicos. Se veía como rata, actuando según los estímulos y veía en él sus distintos modos y maneras, depende el día el estimulo que tuviera causaba un resultado distinto. El entorno y el momento modifican los resultados de las cosas.
Pero no se quedó allí, dio otra chupada al mate y lo recargó, se analizó también como científico, puesto que su meta era conocerse y conocerse implica abrir todos los aspectos de uno y reconocerse como individuo, y también como parte de la masa. Hay momentos donde no somos individuos, hay momentos en los que somos parte de una masa que se mueve, de un porcentaje creciente o que decrece, también somos estadística, uno más del montón. Dentro de una infinita playa somos todos granos de arena, individualmente, él grano de arena, pero en el conjunto somos granos de arena, similares, caraturables, rotulables, divisibles, y lo más doloroso de todo… imperfectos.
Por descubrirse imperfecto perdió un segundo su atención y sin querer volcó un poco del mate que sostenía en la mano. Acaso no somos un milagro? Cómo un milagro puede ser imperfecto? Acaso Dios no es un milagro? Al menos la idea de Dios si lo es, la idea de Dios es pergeñada por nosotros, pequeñas esporas flotando a merced del caos por el universo, esporas que lograron ser semilla de esta extraña raza que somos. No soy nada, pero soy alguien… y siendo ese alguien puedo unirme con más álguienes y juntos lograrlo todo, porque somos capaces gracias a nuestras capacidades, porque hacemos posibles gracias a nuestras imposibilidades. El mundo es así, chupó otro mate, es la ironía de la vida, no hay vuelta que darle. Todo es lo que no es y nosotros que somos seres sensitivos aceptamos todo lo que está cercano al campo de nuestras sensaciones. El sonido no existe, son vibraciones en el espacio libre, los colores no son los que vemos, el amor es un juego de hormonas, las creencias son por temor a aquello que nos resulta inexplicable, y somos tan egocéntricos que criamos un Dios que nos creó a su imagen y semejanza. Estúpidos mortales somos, hemos inventado una piedra que no podemos mantener e igualmente insistimos en tenerla sobre nuestras cabezas.
Miro a donde miro está todo perdido, qué querés que te diga. Le dijo al mate después de darle otra chupada y reponer el agua calentita dentro.
Puedo ver al ser humano completamente avasallado por sí mismo, y en realidad lo que veo en ellos es porque también lo reconozco en mí. Qué tipo de salvación podemos tener, si somos necios hasta con lo que queremos creer de nosotros mismos? Quién se conoce, se reconoce parcialmente, quién es, es sabio. Todos hablamos, corregimos, metemos nuestras narices en todos lados y nunca dejamos de entrometernos en asuntos que nada tienen que ver con todo. Ese silencio que pasa dentro y que ignoramos a pesar nuestro, siempre nos quedamos con un lado de la historia sin siquiera hacer el esfuerzo de darse cuenta que siempre hay un mínimo de tres soluciones posibles. El primero que encontramos es el camino fácil, es el que nace del entender las necesidades y los porques que uno tiene “consigo”. El segundo nace al entender que otro no es uno, y entonces se entienden las necesidades y porques que el otro trae “consigo”. El tercero se logra al llegar a desdoblarse de uno y del otro y darse cuenta que uno es un “consigo”… mezcla perfecta de necesidades y porques mías y del otro o de los otros.
Estamos perdidos, no cabe duda, si eso es así estamos perdidos, chupó otro mate mientras seguía con los ojos a un papel que rodaba por la distante calle de tierra. Si hay. como mínimo, tres maneras de ver o de resolver las cosas, entonces eso nos llevará a dividirnos. Tenemos ego y ese ego que tenemos está educado de tal manera que si no hacemos lo que sea para callar nuestras necesidades y porques primero, vamos a terminar reclamando algo a cambio, si me ocupo de tu felicidad antes que de la mía, pretenderé que vos te ocupes de la mía. Y si yo me ocupo y vos no te ocupás, entonces se me romperá el corazón. Quien se prioriza a sí mismo es un ególatra egoísta, quien prioriza al otro termina sintiéndose solo y usado. En las generalidades se da siempre esto de dicha manera, lo sé… muchos van a decir que no, serán sus propios egos que no podrán aceptar lo patéticos que son. Dar es un acto de necesidad por recibir, hasta una madre le reclama a su hijo los dolores del parto y el don de la vida. Ese es el ego, un setenta por ciento de nuestras acciones están determinadas por él; aunque también es quién le da existencia al individuo. Sin ego no tendría importancia qué hacemos. Cómo lo hacemos, no habría competencia, ni evolución medicinal, ni tecnológica, ni cultural, etc. El ego en cierta forma es quien ayuda a que nos diferencien del resto. Dio una chupada larga al mate, el papel había desaparecido por la calle de tierra como si esta se lo hubiera devorado de alguna manera mágica, el agua de la infusión estaba demasiado tibia. Recordaba una amiga con lo que compartió algo más que buenos momentos y frustraciones que decía que el mate frío te daba una diarrea que Dios te libre, pero a él no le había pasado nunca nada. Eso es todo lo que él recordaba de ella, si le preguntan sobre los buenos momentos, él les va a sonreír y va a contarles un montón de bellas historias, que en lo más profundo de su corazón, sabe a ciencia cierta, que no recuerda si esas historias son reales o inventadas, si ella era la otra protagonista o tal vez cualquier otra persona. El tiempo desdibuja la realidad, después de un tiempo, nuestra estructura psíquica nos cierra todos los caminos y el deseo, cambia limpia retoca pinta lija descascara, pone al héroe como villano o al villano como héroe según sea nuestra inconsciente necesidad. No queremos la verdad, no podemos aceptarla, quien diga que si no tiene idea de qué es lo que quiere. La verdad es invisible a los ojos… no? Pues imaginen que lo invisible se vuelva visible, serían capaces de asimilar un mundo nuevo?
No les puedo explicar que pasó, al menos no de una manera coherente y que tenga sentido, pero la pava apareció sobre la hornalla apagada, la yerba del mate en el cesto de basura, y la calabaza junto a la bombilla sobre la mesa del comedor. La ventana del living estaba abierta y una brisa cálida entraba por la ventana donde las cortinas se desparramaban volando libres. Unos metros más allá, sobre la infinita calle de tierra, el hombre caminando hacia uno de sus posibles horizontes.

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